Los chicos se expresan en el juego y en él aprenden habilidades que les servirán toda la vida. Por eso es tan conveniente ayudarlos a encontrar los lugares y los momentos para lo lúdico.
Aquí te contamos algunas de las ventajas que implican esa actividad.
La socialización y lo físico
La primera ventaja es la socialización.
Por la interacción con otras niñas y niños, cada uno va aprendiendo a conocerse a sí mismo y las normas para vivir en sociedad.
También en el juego aparece la figura del adulto como la persona que protege y, a la vez, guía.
Otra ventaja es el desarrollo físico.
A través del juego se desarrolla la motricidad fina y la gruesa, y las capacidades sensoriales.
Sumado a ello, se utiliza intensamente el aparato psicomotor y la coordinación de las distintas partes del cuerpo.
Además, el juego permite quemar las calorías que el niño consume, y de ese modo evitar el sedentarismo y la obesidad infantil, además de salir de los lugares cerrados.
Los valores, la imaginación y la autoestima
Jugando se adquieren valores como la constancia y el respeto por el otro, por ejemplo.
Así, el juego favorece que los valores se desplieguen y se evidencien sus beneficios.
La creatividad y la imaginación son otros aspectos que se potencian en la acción lúdica.
El niño le da lugar a su pensamiento abstracto en un medio que le resulta natural. Y su imaginación crece ya que, frente a un juego, cada chico le otorga su propio significado simbólico. Por caso, el chico le da a una hamaca un significado personal que es distinto al que le da otro de su misma edad.
Y la última ventaja tiene que ver con la autoestima. En el juego, cada niño se autoconoce mejor, ve sus fortalezas y debilidades, activa sus recursos.